Cuestionario literario: Gema López Sánchez

Creo que desde que aprendí a juntar las letras ya empecé a escribir. Simplemente imaginaba historias y las plasmaba para que no se me olvidaran. Cuando llegué al instituto ya empecé a tomármelo en serio y escribía porque estaba convencida de que las palabras podían llegar a cambiar el mundo. Hoy soy más mayor, tengo menos fe en la Humanidad, pero sigo escribiendo porque, aunque no vaya a cambiar el mundo, durante el tiempo que el lector tenga mis libros o mis escritos, sí que podré trasladarle a un mundo diferente.

Cuestionario literario: Miguel Torija Martí

Ciertamente en mis inicios encontré poca oferta de editoriales dispuestas a confiar en un desconocido, ahora en algo menos de diez años,  la situación se ha dado la vuelta como un calcetín. Hay un exceso de editoriales dispuestas a publicar cualquier cosa de cualquiera. Esto hace que tengamos que cambiar nuestra percepción de lo que supone que un libro se publique en papel. Ahora no hay filtro, mi generación y las que me precedieron crecimos con el convencimiento de que algo que ha sido publicado por una editorial merece la pena, tiene unos mínimos de calidad. Hoy en día, la reducción en los costes de impresión hace que se puedan imprimir pequeñas tiradas y eso provoca que las editoriales tramposas no arriesguen al publicar un libro.

1 ¿Cuándo comenzaste a escribir y con qué pretensiones?

Comencé a escribir ficción hace una década. Todo se debió a la casualidad, un día leyendo un suplemento de un periódico, encontré un concurso de microrrelatos. Gané el concurso. Claro, eso me animó a seguir escribiendo. Fue una especie de flechazo. En principio escribía como simple entretenimiento, pero pronto sentí la necesidad de que otros leyesen lo que escribía y por tanto de publicar.

2 ¿Planificas los libros antes de sentarte a escribirlos o surgen sobre la marcha, al hilo de tus pensamientos, sin planificación?

No planifico nada. La isla de las Culebras por ejemplo, surgió de una visita a las islas Columbretes, un lugar mágico frente a las costas de Castellón. Sentí la necesidad de escribir algo sobre aquel lugar. Pero no tenía pensado que fuera una novela, ni mucho menos una novela que algunos consideran histórica (un terreno en el que nunca me había adentrado). Simplemente imaginé una situación: Una fragata huyendo hacia esas islas con un capitán cometiendo una traición. Nada más, dejé que la historia fluyera. Lo que nació como un simple relato fue creciendo, siempre sin planificar más allá de lo que podría suceder en cada capítulo. La historia creció con libertad, hasta el punto de que personajes que hice aparecer con cometidos casi irrelevantes, se revelaron y terminaron por ser fundamentales en la trama. Es probable que esta forma de escribir favorezca la creatividad, pero lo que sí sé es que genera muchas dificultades en el proceso posterior de revisión.

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Voces para un tímpano muerto

Voces para un tímpano muerto, Editorial Talentura, Miguel A. Zapata,

Los padres oyeron el diagnóstico de boca del pediatra: su hija es de crecimiento tardío.

Durante el funeral de la niña, pudieron oírse los primeros crujidos en la madera del ataúd.

«Presciencia», cuento incluido en Voces para un tímpano muerto

Miguel A. Zapata pertenece a esa insigne estirpe de escritores que han extraviado un manuscrito. El suyo no se quedó olvidado en el asiento de un tren o en el banco de un parque, sino que fue devorado por un virus informático. Después de cuatro años esquilmando la memoria, el texto ha visto la luz en la editorial Talentura como Voces para un tímpano muerto.

Hablamos, pues, de una reencarnación literaria, un producto de ultratumba. Es lógico que el redactor de la contraportada se refiera a estas piezas narrativas no como microrrelatos, cuentos cortos o ficciones breves sino como “osario de gritos”, “un manual de espejismos” o “trastornos oníricos”. Es posible que sortee la etiqueta de ‘microrrelato’ para evitar la excesiva cercanía con un género que, en su peor versión, se convierte a veces en un complaciente laboratorio de ideas para escritores primerizos.  

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Cuestionario literario: Álex Oviedo

https://narrativabreve.com/los-mejores-e-readers

1 ¿Cuándo comenzaste a escribir y con qué pretensiones?

Me recuerdo escribiendo desde muy joven; era un lector voraz, me fascinaban muchas de las historias que leía, y pensé que algún día podría acabar contando yo también historias semejantes. La primera novela que escribí se titulaba “Crimen de ricos”, tendría 16 años. Su argumento imitaba las novelas policíacas americanas. Encontré el manuscrito hace unos años en una mudanza y admito que me dio algo de vergüenza leerlo.

2 ¿Planificas los libros antes de sentarte a escribirlos o surgen sobre la marcha, al hilo de tus pensamientos, sin planificación?

Depende un poco del libro; por lo general los comienzo sin planificación, con una idea que dejo que se desarrolle a lo largo de unas cuantas páginas. Si veo que tiene sentido entonces sí que me siento a madurarla, doy vueltas a los personajes y al argumento, pero sobre todo al desenlace. Nunca continúo una historia sin pensar primero en cómo la voy a terminar.

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Cuestionario literario: Rosa López Casero

Rosa López Casero

 

Una persona, por muy dotada que esté, necesita al principio de unas técnicas y de una voz objetiva que la oriente. Aunque un taller no te convierte en escritor, digamos que  proporcionan herramientas y recursos que rellenan los huecos de las carencias y necesidades que el escritor en ciernes tiene. He asistido a talleres nacionales y extranjeros y no me arrepiento ni me avergüenzo de decirlo.

1 ¿Cuándo comenzaste a escribir y con qué pretensiones? 

Escribo desde niña sin ninguna pretensión, solo disfrutaba al plasmar una historia que me apetecía contar en aquel momento. Creo que tendría diez años cuando comencé mi primera novela. La titulé “Las amigas”, aunque nunca la terminé. En mi adolescencia escribía poemas, luego me he decantado por la narrativa y, de momento, no puedo desviar mi atención hacia otro género. Me produce placer inventar e imaginar vidas y situaciones sintiéndolas como si las viviera en realidad y sumergirme en una catarsis mientras escribo. Del microrrelato he pasado al cuento, que me ha dado muchas satisfacciones y, por último, he dado el salto a la novela. Comencé a publicar tarde, hace solo ocho años y, hasta el día de hoy, con los que están próximos a salir, van siete libros: uno de microrrelatos, otro de ensayo y tres novelas, más un volumen de cuentos. Creo que no está nada mal.   

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Cuestionario literario: Víctor Peña Dacosta

 Víctor Peña Dacosta

Las redes sociales son un arma fabulosa y, como todas las armas, conllevan una cierta responsabilidad: es decir, todos deberíamos usarlas para propagar aquello que consideremos que merece ser propagado, no el libro del amigo de un amigo que, aunque plagia descaradamente a Cortázar y de vez en cuando se le escapan unas cuantas faltas de ortografía, tiene un blog e igual nos acaba sacando… Si nos limitamos al círculo vicioso de chuparnos las pollas recíprocamente, se convierte en un arma que sirve como herramienta de coacción y, lo que es peor, en algo aburrido.

1 ¿Cuándo comenzaste a escribir y con qué pretensiones?

Empecé desde muy pequeño y sin más pretensión que la mayor en aquellos años: que mis padres se sintieran orgullosos (hoy me conformo con no avergonzarles demasiado).

Posteriormente, gané algunos certámenes literarios y en 1º y 2º de Bachillerato fui la joven “mascota” de un taller literario que impartía nada menos que Gonzalo Hidalgo Bayal y en el que conocí a (futuros) autores como Juan Ramón Santos, Myriam Rubio, José García Alonso… Aprendí mucho y pareció que me lo iba a tomar algo más en serio, pero durante los años de Universidad me enfrasqué en otros menesteres y prácticamente dejé de escribir hasta que lo retomé a eso de los 22 o 23. Para entonces me había conquistado la poesía o había descubierto que la pereza me impedía desenvolverme en otros géneros (“Confieso que escribo en verso por pura pereza”, reconozco en mi primer libro). Y aquí sigo.

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Cuestionario literario: Juan Ramón Santos

Escritor Juan Ramón Santos

 

 

«Creo que [la autoedición] a veces es injustamente denostada, y que es una muy digna salida para quien escribe, siente la necesidad de ver publicada su obra y no acaba de encontrar una editorial interesada, o que no está dispuesto –que también conozco algún caso– a esperar el tiempo que el ritmo de las editoriales en ocasiones te impone. Lo que no me gusta es que en ese ámbito hay mucho camelo. No me gusta que vendan al escritor –a menudo, gente que publica por primera vez y no sabe demasiado del asunto– el oro y el moro, cuando el oro y el moro está más que vendido, ni me gusta, como sucede a veces, que cobren un dineral sin molestarse muchas veces siquiera en corregir, no ya cuestiones de estilo, sino faltas de ortografía, porque eso es engañar al personal…»

 1 ¿Cuándo comenzaste a escribir y con qué pretensiones?

Desde niño me recuerdo queriendo ser escritor –algo que, por otra parte, tampoco estoy muy seguro de haber logrado ser aún–. Sin embargo, durante muchos años escribí de forma esporádica, sin continuidad, supongo que por falta de confianza y porque andaba a otras cosas. Lo que no dejé de ser nunca fue un lector empedernido, que es una forma extraordinaria de prepararse para escribir. Luego, ya con veintiuno o veintidós años, tuve la suerte de ganar un concurso de relatos modesto pero que sirvió para animarme a seguir escribiendo, y muy poco después se abrió el taller literario de la Universidad Popular de Plasencia, que impartía –e imparte– Gonzalo Hidalgo Bayal, que me dio mucha seguridad y fue, en buena medida, el principio de todo.

En cuanto a las pretensiones, cuando era niño, y quizá también cuando empecé a escribir siendo ya adulto (o un poco adulto), quizá pensaba en la escritura como un posible modo de ganarme la vida, pero luego, con el tiempo y la experiencia, uno se acaba conformando con hacer de ella, simplemente, sin intenciones económicas, un modo de vida.

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