Una persona, por muy dotada que esté, necesita al principio de unas técnicas y de una voz objetiva que la oriente. Aunque un taller no te convierte en escritor, digamos que proporcionan herramientas y recursos que rellenan los huecos de las carencias y necesidades que el escritor en ciernes tiene. He asistido a talleres nacionales y extranjeros y no me arrepiento ni me avergüenzo de decirlo.
1 ¿Cuándo comenzaste a escribir y con qué pretensiones?
Escribo desde niña sin ninguna pretensión, solo disfrutaba al plasmar una historia que me apetecía contar en aquel momento. Creo que tendría diez años cuando comencé mi primera novela. La titulé “Las amigas”, aunque nunca la terminé. En mi adolescencia escribía poemas, luego me he decantado por la narrativa y, de momento, no puedo desviar mi atención hacia otro género. Me produce placer inventar e imaginar vidas y situaciones sintiéndolas como si las viviera en realidad y sumergirme en una catarsis mientras escribo. Del microrrelato he pasado al cuento, que me ha dado muchas satisfacciones y, por último, he dado el salto a la novela. Comencé a publicar tarde, hace solo ocho años y, hasta el día de hoy, con los que están próximos a salir, van siete libros: uno de microrrelatos, otro de ensayo y tres novelas, más un volumen de cuentos. Creo que no está nada mal.