Cuento de Jorge Luis Borges y Luisa Mercedes Levison: La hermana de Eloísa

 Jorge Luis Borges y Luisa Mercedes Levison:
La hermana de Eloísa, de Jorge Luis Borges y Luisa Mercedes Levison (Ene Editorial, Buenos Aires, 1955)

 

Cuento de Jorge Luis Borges y Luisa Mercedes Levison: La hermana de Eloísa

  I

Habían pasado unos quince años, pero cuando Jiménez me dijo que había tenido que ir a Burzaco para planear la edificación de un chalet por cuenta de un tal Antonio Ferrari, mi primer pensamiento fue para Eloísa Ferrari, cuya imagen de pronto surgió ante mí, inmediata y casi dolorosa. Sólo después pude sorprenderme de que aquel excelente don Antonio, que pasaba la vida en el café proyectando negocios vagos y vanos, hubiera conseguido, al fin, redondear la suma que significa la construcción de la casa propia. El hecho me resultó tan insólito que para no pensar en algo peor, pensé en una herencia. Jiménez, mientras tanto, seguía explicándome que se trataba de un gran chalet y que los Ferrari eran muy exigentes. Por lo pronto, no íbamos a repetir en Burzaco el tipo 14 de bungalow californiano, ni el 5 en piedra de Mar del Plata, que, innumerablemente multiplicados, ya conoce y acaso habita el lector. Jiménez, mi socio, era constructor; la obra exigía un arquitecto. Alcé los ojos al diploma que colgaba en la pared, enmarcado en ébano; ese papel con su sello azul y su letra caligráfica me serviría para ver de nuevo a Eloísa, al cabo de los años.

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Borges o la aventura de escribir a cuatro manos

Borges o la aventura de escribir a cuatro manos

Por Ernesto Bustos Garrido

Jorge Luis Borges escribía a cuatro manos con su amigo Adolfo Bioy Casares. De ese tándem salieron las célebres aventuras y desventuras de un tal Isidro Parodi, un señor que, por cosas de la vida, cae preso, pero desde su encierro tras las rejas se las ingenia para resolver los más oscuros y enredados casos policiales. Los relatos fueron escritos, a dúo, entre Bioy Casares y Borges (en los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo) pero para no dar la cara ya que ambos consideraban que esto sería una humorada, inventaron a un narrador-escritor: H. Bustos Domecq.

De esta sociedad salieron Seis problemas para don Isidro Parodi (Dos fantasías memorables) o Crónicas de Bustos Domecq, y Nuevos cuentos de Bustos Domecq.

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