«Las olas», de Virginia Woolf

Virgninia Woolf
Las olas, de Virginia Woolf (Tusquets, 1995)

Las olas, de Virginia Wolf

 

La autora londinense Virginia Woolf (1882−1941) muy pronto dejó de estar a la sombra de los famosos miembros del grupo del que formaba parte en el bohemio barrio de Bloomsbury para convertirse en una de las mejores escritoras de su tiempo. Con una vocación implacable y la ayuda de su marido, Leonard Woolf, Virginia fue solventando los problemas mentales que de vez en cuando la atosigaban y nos legó un puñado de cuentos y novelas memorables en los que dio forma a ese mundo propio femenino tan original.

De todas sus obras, la más ambiciosa es Las olas (1931), aunque Al faro no le va a la zaga. Puede decirse que Las olas es una novela novedosa y experimental, formada por los soliloquios de seis personajes que van cambiando su discurso según las circunstancias y la personalidad de cada uno, con un lenguaje extraño y onírico donde se mezcla lo real con lo imaginario.

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La edad de la inocencia, de Edith Wharton

Edith Warthon, La edad de la inocencia
Edith Warthon. Fuente de la imagen

La edad de la inocencia, de Edith Wharton

por José Sánchez Rincón

Edith Wharton (Nueva York, 1862-Saint-Brice-Sous-Forêt, 1937), amiga de Henry James y una de las voces más singulares de principios del siglo XX, fue la autora, entre otros libros, de La casa de la alegría (1905), Ethan Frome (1911), Las costumbres del país (1913), la autobiografía Una mirada atrás (1934) y un excelente ensayo de teoría literaria titulado La escritura de ficción.

Edith Wharton consigue el Premio Pulitzer con La edad de la inocencia (1920), novela surgida de una conversación con un amigo de la infancia sobre lo diferente que era el Nueva York de principios de siglo de aquel otro de 1870 de calles terrosas y edificios de dos o tres plantas. En pocos años se había pasado de una estructura social con un orden y unas reglas establecidas a otra con unas ideas más abiertas, una libertad a ultranza y la desmesura económica y urbanística. El mundo de su infancia y juventud ya no existía y el amigo de Edith le sugirió recuperarlo en una novela.

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