Seguimos con los grandes cuentistas norteamericanos. Ayer leímos a Sherwood Anderson y hoy tenemos a Ernest Hemingway, con un gran relato en el que queda patente lo bien que funciona su teoría del iceberg. Atención a la contención, la economía del lenguaje y la sutilidad con la que maneja la información más importante de la historia, que se resuelve en la última frase. Algo que conviene destacar en este cuento de Hemingway (y en general en todos los suyos) es que no carga las tintas con adjetivos ni sustantivos que potencien la temática del cuento, que conocemos gracias al ejercicio obligado de leer entre líneas, y solo una vez finalizada la historia.
En este cuento corto de Ernest Hemingway, «Un canario como regalo», aparentemente no pasa nada. Y, sin embargo, salimos de él con la sensación de haber vivido un pequeño gran momento literario.
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