De lo que aconteció a un ciego con otro
Otra vez hablaba el conde Lucanor con Patronio, su consejero, de esta guisa:
–Patronio, un mi pariente y amigo, de quien yo fío mucho y estoy seguro de que me ama verdaderamente, me aconseja que vaya a un lugar del que me recelo yo mucho. Y díceme él que no haya recelo ninguno; que antes tomaría él la muerte que yo tome ningún daño. Y ahora, ruégoos que me aconsejéis en esto.
–Señor conde Lucanor –dijo Patronio–, para este consejo mucho querría que supieseis lo que aconteció a un ciego con otro.
Y el conde le preguntó cómo había sido aquello.
–Señor conde –dijo Patronio–, un hombre moraba en una villa y perdió la vista de los ojos y fue ciego. Y estando así ciego y pobre, vino a él otro ciego que moraba en aquella villa, y díjole que fuesen ambos a otra villa cerca de aquella y que pedirían por Dios y que habrían de qué mantenerse y sustentarse.