El verano de Juan Ramón Santos

El verano del endocrino

Juan Ramón encarrila su narración con frases y párrafos largos –tan denostados hoy día– y sin apenas diálogos directos, todo ello con un lenguaje muy elaborado que no cae nunca en la exageración ni en el adjetivo fácil. Destaca también el intercambio de narradores: el omnisciente y en ocasiones el narrador-testigo –o quizá una mezcla de ambos–, muy cautos a la hora de no enseñar más cartas de las debidas.

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