Voces de Chernóbil

Voces de Chernóbil
 

Voces de Chernóbil

José Sánchez Rincón

Este libro de la escritora bielorrusa y Premio Nobel de literatura en 2015 Svetlana Alexievich (Stanislav, 1948) posee el dramatismo del Réquiem de Ajmátova y la fuerza de los coros de las tragedias de Shakespeare.

Voces de Chernóbil (1997) es una denuncia del sistema que propició el accidente nuclear y trató de ocultar sus efectos devastadores a la población. También es un canto de amor por parte de padres, esposas, hermanos…, a los seres queridos contaminados por la radiación.

No sabemos si la autora se ha dedicado sólo a transcribir las decenas de testimonios recopilados en la obra o ha intervenido en su composición para contarnos de forma expresiva lo esencial de cada historia. En cualquier caso, el resultado es una literatura excelsa donde las palabras reflejan la realidad sin énfasis ni retóricas y nos dejan conmovidos ante la dureza de los hechos.

Voces de Chernóbil nos habla de sociedad, de política, de mentiras de Estado, de héroes, de entrega y de sacrificio, y, sobre todo, de cómo se quiere la gente, aunque, a veces, cueste expresarlo.

El libro guarda la misma intensidad de principio a fin en todo cuanto se refiere a mostrar la entereza y la dignidad humana. Comienza con la historia de Liudmila, esposa del bombero Vasili Ignatenko, uno de los primeros en tratar de apagar el fuego en la central y lo primero que el lector debe hacer es sobreponerse a la emoción para seguir leyendo.

«No debe usted olvidar que lo que tiene delante ya no es su marido, un ser querido, sino un elemento radiactivo con una gran poder de contaminación. No sea usted suicida. Recobre la sensatez.

Pero yo estoy como loca: ¡Lo quiero! Él dormía y yo le susurraba: ¡Te amo! Iba por el patio del hospital: ¡Te amo! Recordaba cómo vivíamos antes… Él se dormía por la noche sólo después de cogerme de la mano. Tenía esa costumbre, mientras dormía, cogerme de la mano… toda la noche.

En el hospital también yo le cogía la mano y no la soltaba…

Tenía el cuerpo deshecho… Me envolvía la mano con una gasa y la introducía en su boca para sacarle todo aquello de dentro. ¡Es imposible contar esto! ¡Es imposible escribirlo! ¡Ni siquiera soportarlo!… Todo esto tan querido… Tan mío… Tan…»

(Fragmento de Voces de Chernóbil)

 

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