
«Me parece perfecto que haya muchos premios literarios. Lo malo sería que hubiera pocos. En mi caso, los premios fueron el pasaporte a la publicación y, por tanto, al mercado editorial. Oigo decir a menudo que todos los premios están amañados. Por mi experiencia como concursante y jurado, no puedo estar de acuerdo. Hay premios dados de antemano, que duda cabe, pero cada año se convocan en España cientos de premios transparentes. Los premios forman parte consustancial del mundo literario, como las editoriales, las revistas, los agentes o las ferias del libro». R.A.
1 ¿Cuándo comenzaste a escribir y con qué pretensiones?
Siempre me recuerdo escribiendo. De niño me encantaba hacer redacciones en el colegio. Luego, de adolescente, empecé a escribir cuentos y a participar en concursos que nunca ganaba. Usaba la máquina de escribir de mi padre, un cacharro medio desvencijado, con algunas letras borradas, que hacía un ruido tremendo. Aunque ha pasado mucho tiempo desde entonces, en mi mente sigo asociando la escritura con el golpeteo de las teclas y el tintineo del carro al pasar de línea. No empecé a escribir en serio hasta los treinta años, cuando escribí mi primera novela: La sombra del escapista.
2 ¿Planificas los libros antes de sentarte a escribirlos o surgen sobre la marcha, al hilo de tus pensamientos, sin planificación?
Ambas cosas. Una novela es una construcción compleja y debe tener unos cimientos y unos pilares maestros sólidos. De lo contrario el edificio narrativo corre el riesgo de desmoronarse. Yo planifico todo lo que puedo. Perfilo los personajes. Establezco las escenas centrales, las que han de vertebrar la trama. Elijo el tono y la voz narradora —quizás lo más importante—. Decido cómo empieza y cómo acaba la historia, para saber hacia dónde se dirigen mis pasos. La intuición surge en las sesiones diarias de escritura. Es decir, tengo un plan en la cabeza, pero estoy abierto a las novedades que surjan por el camino, a los posibles desvíos, a lo que me van diciendo las palabras.
3 ¿Cuál es tu género preferido como escritor y cuál como lector?
Como escritor me muevo con agradable incomodidad en la novela y el microrrelato. Y digo “incomodidad” porque en el momento en que me encuentre “cómodo” me temo que tendré que dedicarme a otra cosa. Escribir, para mí, es duda, es búsqueda, es incertidumbre. El escritor debe estar alerta, y eso es difícil cuando se siente demasiado a gusto. Como lector no tengo géneros preferidos. Leo novela, cuento, microrrelato, ensayo, guión cinematográfico, lo que caiga en mis manos.
4 ¿Escribes pensando en un lector específico o crees que cualquier persona es un lector en potencia de tu obra?
Escribo esencialmente para mí, en el sentido de que soy el primer lector de mis ficciones y cada palabra debe pasar mi criba. Trato de que mis libros contegan distintas capas de complejidad. En la mayoría de mis ficciones hay una trama visible que, yo creo, puede entender y disfrutar cualquier persona. Pero en ellas hay también elipsis, referencias y corrientes subterráneas que solo pueden ser captadas por un lector bien formado.
5 ¿Te costó mucho encontrar editor para tu primer libro?
Sí. Pasó por varias editoriales. Recibí llamadas de interés. Me entrevisté con editores. Fui de aquí para allá, pero al final nadie se decidió a publicarla. Cansado de tanto trajín, decidí presentarla al premio Torrente Ballester y lo gané. En el jurado estaban José María Merino, Luis Mateo Díez, José María Guelbenzu y Ángel Basanta, entre otros. Así comenzó mi carrera literaria.

6 ¿Qué opinas de los muchos premios literarios que se convocan hoy día?
Me parece perfecto que haya muchos premios literarios. Lo malo sería que hubiera pocos. En mi caso, los premios fueron el pasaporte a la publicación y, por tanto, al mercado editorial. Oigo decir a menudo que todos los premios están amañados. Por mi experiencia como concursante y jurado, no puedo estar de acuerdo. Hay premios dados de antemano, que duda cabe, pero cada año se convocan en España cientos de premios transparentes. Los premios forman parte consustancial del mundo literario, como las editoriales, las revistas, los agentes o las ferias del libro.
7 ¿Vivir de la literatura es una utopía?
Depende de lo que entendamos por “vivir de la literatura”. En España es muy difícil vivir de las ventas de los que uno escribe. No quiero ni imaginar cuántas novelas hay que vender para pagar una hipoteca. Lo que sí es más factible, me parece a mí, es vivir de las actividades que rodean al libro. Me refiero a la enseñanza, las charlas, etc. Uno no se convierte en Gatsby, está claro, pero puede vivir con decencia.
8 ¿Qué diferencias encuentras entre el mundo editorial de tus inicios como escritor y el actual?
Creo que en el mundo editorial actual se exige más al escritor. Ya no solo tiene que escribir. También se espera de él que “construya su propia marca” y “se venda”, como dice la gente de marketing, a través de las redes sociales, y que haga labores de promoción y relaciones públicas que antes recaían casi de forma exclusiva en los editores o en los agentes. Me dicen que hay ya editoriales que no publican a nadie que no tenga un número determinado de amigos en Facebook. La figura del escritor ha cambiado. Ninguno de nosotros podría vivir hoy como vivieron en su tiempo Onetti, Juan Rulfo o Faulkner. Esto no es ni bueno ni malo. Es un cambio de paradigma, un nuevo orden más líquido, con líneas menos definidas, más exigente con el escritor, que debe abrirse camino en un mundo más complejo y competitivo.
9 ¿En qué medida crees que pueden ayudar las redes sociales a difundir la obra de un escritor?
Son una herramienta de promoción potentísima y, bien usadas, pueden ser decisivas. No hay más que ver las colas que se forman en la Feria del Libro de Madrid ante las casetas de autores que se mueven con éxito en el ciberespacio. Ahora bien, el uso de las redes sociales no sale gratis. Supone una exposición pública que no todos los autores anhelan y, por mucho que se insista en que no lleva mucho tiempo, estar al día en el mundo virtual es un trabajo intenso que, de forma inevitable, roba horas, energía y tranquilidad a la escritura, que para mí es la única razón de ser del escritor. Al final, supongo, se trata de encontrar un equilibrio.
10 ¿Qué opinas del libro digital?
Me parece estupendo. Es un mecanismo más para la lectura. Y no creo que vaya a matar al libro de papel, de igual modo que el vídeo no mató a la radio. Hay flecos que recortar y aristas que pulir, pero creo que en el futuro el libro digital y el de papel convivirán en armonía.
11 ¿Qué opinas de la autoedición?
Es una forma más de publicar, con sus ventajas e inconvenientes. Lo importante es que, antes de embarcarse, las condiciones estén claras.
12 ¿Consideras positivos los talleres de escritura creativa o piensas que no se puede enseñar a escribir?
Buena parte de mis ingresos provienen de los cursos y talleres que imparto. Evidentemente, estoy a favor de los cursos de escritura creativa. En mi opinión, no tienen más que ventajas para los alumnos. En los talleres se mitiga la soledad inherente a la escritura. Se aprende a usar las herramientas del oficio. Se comparten lecturas y escrituras. Se agudiza la mirada literaria. Por supuesto que se puede enseñar a escribir, igual que se puede enseñar a tocar el violín o a jugar al tenis. Lo que no se puede enseñar es a ser Paganini o Federer. Eso depende del talento, el compromiso, la disciplina y el carácter de cada uno.
13 Con el paso de los años algunos escritores acaban eliminando ciertos títulos de su semblanza. Aunque no precisamos conocer el nombre, ¿hay algún libro de los tuyos que te satisficiera en tus inicios, pero que ahora preferirías no haber escrito?
Quizás más adelante corrija algunos de mis libros, pero no tengo intención de eliminar ninguno. Sería como dar la espalda a un hijo.
14 Para ese lector que aún no ha leído nada tuyo, por favor, recomiéndanos uno de tus libros. Cuéntanos brevemente cómo fue el proceso de creación y por qué has elegido ese título y no otro con vistas a nuevos lectores de tu obra.
Permíteme, por favor, que recomiende dos. Uno sería Baruc en el río y lo recomiendo porque, quienes lo han leído, me dicen que se lee de un tirón y con un nudo en la garganta. Puede que su secreto resida en que narra la historia de una familia que casi podría ser la de cualquiera, y el nivel de identificación del lector con el protagonista es casi inmediato. El otro libro sería Los ojos de los peces, mi segunda colección de microrrelatos, que puede ser una buena lectura para los amantes de lo mínimo.
15 Recomiéndanos, por favor, dos libros cuya lectura te haya impactado. Uno de un autor clásico y otro de un autor contemporáneo. (Da igual el género).
Hace poco releí Hamlet y volvió a impactarme tanto o más que la primera vez. Es un libro inteligentísimo y, pese a los siglos que han pasado, absolutamente actual, que refleja con habilidad magistral lo que somos, la materia última de la que estamos hechos. Y uno de mis libros contemporáneos de cabecera es Pedro Páramo, de Juan Rulfo. Lo abra por donde lo abra, siempre encuentro algo que me sobrecoge.
Muchas gracias. Te deseamos mucha suerte en todos tus proyectos literarios.
Microrrelato de Rubén Abella: Londres
Más información sobre las encuestas literarias en Grandes Libros.
Rubén Abella es licenciado en Filología Inglesa y ha cursado estudios de postgrado en las universidades de Tulane (Nueva Orleans, Estados Unidos) y Adelaida (Australia).
Su primera novela, La sombra del escapista, recibió en 2002 el Premio de Narrativa Torrente Ballester. Con su segunda, El libro del amor esquivo, resultó finalista del Premio Nadal en 2009. En 2011 publicó Baruc en el río. California (2015) es su cuarta novela.
En 2007 No habría sido igual sin la lluvia mereció el Premio Mario Vargas Llosa NH de Relatos, feliz incursión en el género del microrrelato que quedó revalidada en 2010 con Los ojos de los peces. Sus microrrelatos se han recogido en varias antologías, entre las que cabe señalar: Después de Troya, Mar de pirañas, Antología del microrrelato español (1906-2011), Velas al viento, Por favor, sea breve 2 y Soplando vidrio.
Ha impartido cursos y conferencias sobre diversas materias en universidades de todo el mundo y en la actualidad es profesor de la Escuela de Escritores y de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid. (Web) (Facebook).
Francisco Rodríguez Criado es escritor y corrector de estilo. Su blog Narrativa Breve es uno de los espacios literarios más leídos en lengua castellana. El Diario Down es su último libro. (Web) (Facebook).

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