
«Me decepciona que innumerables libros que ya no están disponibles en papel no tengan una versión digital. Parecía que la gran utilidad del formato digital estaba ahí, pero lo cierto es que la reedición se hace con gotero y la falta de reconocimiento del libro digital como producto cultural encarece terriblemente su compra con el IVA general, y en muchas ocasiones no anima a su adquisición frente al papel, que sigue teniendo una magia especial (y al no se le acaba la batería cuando más emocionante está el libro en cuestión). Por otro lado, el hecho de que la edición digital no requiera de una gran inversión convierte este sector en una selva. Gran parte de los originales disponibles no reúnen requisitos mínimos de calidad ni en lo que respecta a su valor literario ni a su edición». P.G.R.
1 ¿Cuándo comenzaste a escribir y con qué pretensiones?
Como empecé a escribir tan pronto (conservo todavía un texto de cuando tenía cinco años) no tenía más pretensiones que las de crear. Imagino, porque no lo recuerdo con claridad, que la celebración de mi afición por parte de mi familia me llevó a seguir cultivándola por la alegría de la gratificación, por agradar. Lo que sí recuerdo después es que en el acto de escribir quien dejó la celebración a un lado fui yo misma. Escribir no es una tarea grata. Supone una insatisfacción constante, una autocrítica despiadada, el apartamiento de la autocomplaciencia. Hay momentos luminosos, aciertos aislados que recompensan un trabajo regular, duro y metódico. Momentos en los que se roza la belleza con los dedos y queda el recuerdo. Nunca me hubiera planteado la publicación de no haber conseguido el premio Saramago.
2 ¿Planificas los libros antes de sentarte a escribirlos o surgen sobre la marcha, al hilo de tus pensamientos, sin planificación?
Los planifico previamente. Encuentro historias que me llaman y se acomodan en la memoria; van buscando hueco y amueblando su espacio con notas, ideas, personajes, van creciendo e instalándose y hay un momento en que la idea y las notas se articulan, siempre como consecuencia de un hallazgo sonoro, una música o un ruido, y me siento a escribir. Eso no significa que escriba “al dictado” de esa idea. Incluso habiendo planificado cuidadosamente una historia hay que desbrozar muchos caminos, encontrar soluciones a situaciones que no terminan de ser verosímiles. Encontrar el tono. Y los desvíos son muy frecuentes. Ayer sin ir más lejos, cuando ya estoy al final de la redacción de una novela, el ruido de una puerta me hizo “despertar”, encontrar el motivo del final que ya creía perfilado, pero que aún no era el final verdadero, porque la novela había ido creciendo por otro camino pese a la planificación.
3 ¿Cuál es tu género preferido como escritor y cuál como lector?
Como escritora me muevo mejor en la nouvelle, la novela corta. En general disfruto más la narrativa que la poesía. Como lectora también me centro en la narrativa, tanto la narrativa breve como la novela. Soy también una devoradora de manuales, principalmente de jardinería, de arquitectura, de artes aplicadas. Aunque pueda parecer excéntrico me resultan muy inspiradores.
4 ¿Escribes pensando en un lector específico o crees que cualquier persona es un lector en potencia de tu obra?
No escribo para nadie en particular. Soy consciente de que mi estilo no satisface a un lector que busca en una ficción solamente evasión y, por el tipo de lectura que practico, me dirijo a un tipo de lector exigente, experimentado y crítico. Lo cierto es que una vez que una obra está escrita te sorprende el lector que se ha aproximado a ella y hace observaciones lúcidas y valiosas.
5 ¿Te costó mucho encontrar editor para tu primer libro?
Lo cierto es que no. Tuve mucha suerte. El relato con el que gané el premio de relato José Saramago había sido publicado en un volumen que reunía a ganadores y finalistas por Ediciones de La Discreta y fue la propia editorial la que me propuso publicar una novela.
6 ¿Qué opinas de los muchos premios literarios que se convocan hoy día?
Los premios literarios no pueden estar metidos todos en el mismo saco. Para mí la principal distinción está entre los que cuentan con un jurado profesional y los que cuentan con un jurado de lectores aficionados o afines al mundo de la literatura. Y entre los primeros, los convocados con fines comerciales, por las editoriales principalmente, y los que tienen vocación de hallazgo, de premio a los valores literarios (no estoy diciendo que los que tienen fines comerciales no premien manuscritos valiosos, pero lo cierto es que apuestan por valores seguros y cercanos a la editorial y es legítimo, pero excluyente en lo que respecta a los participantes y sus expectativas). Los premios me parecen un canal valioso para la legitimación y en mi taller yo animo a mis alumnos a que se presenten, no por la recompensa en sí, sino porque es un acicate para trabajar los textos en profundidad, para no conformarse con un nivel de trabajo mediocre. Los manuscritos que se presentan a un premio deben estar bien acabados, bien presentados, meditados… No vale solo el impulso, la chapuza. Los jurados son exigentes y lectores avezados. No importa tanto el hecho de ganar como que el jurado se interese por un autor. Son un recurso valioso.
7 ¿Vivir de la literatura es una utopía?
Vivir de la práctica del arte en general es difícil, un privilegio reservado a muy pocos porque no eres tú quien decide si vas a vivir de ello, sino el público, si conectas con él o no, si está dispuesto a pagar por el producto que ofreces, y antes está el acceso a los canales que te ponen en contacto con el público: galerías, editoriales, discográficas o salas de conciertos… Y ahora también el apoyo de los medios, de la crítica, y los canales de distribución. Son tantas variables que abrirse paso consume una cantidad desproporcionada de energía y cuesta un buen número de disgustos. Como vivimos en una sociedad bastante autocomplaciente es muy fácil echar la culpa no al hecho de no gozar del suficiente respaldo del público, sino al fracaso de cualquiera de los factores que intervienen en la difusión de tu creación. No obstante, en lo que respecta a la música y la literatura la tendencia general del público a pensar que pueden disfrutar de un producto cultural sin pagar ningún peaje por ello no está ayudando en absoluto a personas que podrían vivir de lo que crean.
8 ¿Qué diferencias encuentras entre el mundo editorial de tus inicios como escritor y el actual?
Como empecé a publicar muy tarde, no encuentro gran diferencia, salvo que la crisis que ha mediado estos años ha menguado el mercado y, como consecuencia, parece que no se apuesta por lo novedoso, sino por valores seguros, por el riesgo mínimo. La cantidad de ejemplares que se venden de un solo título ha decrecido, las tiradas se han reducido y la rotación de novedades tiene un ritmo tan vertiginoso que parece que un texto nace con obsolescencia programada, que no es capaz de superar el año de vida de presencia en las librerías.
9 ¿En qué medida crees que pueden ayudar las redes sociales a difundir la obra de un escritor?
Las redes sociales son un recurso más. Su ventaja radica en la ubicuidad. Pueden ponerte en contacto con lectores de cualquier punto geográfico con los que, de otro modo, no tendrías contacto. Pero ese contacto es engañoso. Lo que se proyecta no es tu obra, no puedes acosar a la gente con la que contactas con tu obra, te proyectas tú mismo en tu interacción con los demás, y hay ocasiones en las que surgen afinidades que hacen que un amigo o seguidor se asome a uno de tus libros, pero por sí solas las redes sociales no son un canal que te legitime.
10 ¿Qué opinas del libro digital?
Es un formato útil. Un formato más. Me decepciona que innumerables libros que ya no están disponibles en papel no tengan una versión digital. Parecía que la gran utilidad del formato digital estaba ahí, pero lo cierto es que la reedición se hace con gotero y la falta de reconocimiento del libro digital como producto cultural encarece terriblemente su compra con el IVA general, y en muchas ocasiones no anima a su adquisición frente al papel, que sigue teniendo una magia especial (y al no se le acaba la batería cuando más emocionante está el libro en cuestión). Por otro lado, el hecho de que la edición digital no requiera de una gran inversión convierte este sector en una selva. Gran parte de los originales disponibles no reúnen requisitos mínimos de calidad ni en lo que respecta a su valor literario ni a su edición. Como es un fenómeno tan relativamente reciente, habrá que esperar a que el tiempo decante una ética o, en su defecto, un sistema de control de calidad que ayude a separar el grano de la paja.
11 ¿Qué opinas de la autoedición?
La autoedición no es un fenómeno nuevo, de hecho fue el germen del mundo editorial en la Europa del XIX. Un autor contrataba una imprenta para hacer ejemplares de sus libros y con el tiempo estos impresores se convirtieron en editores de los autores que gozaban del favor del público. Proust, Borges… tantos escritores se autoeditaron, que ponerse en contra de esta posibilidad parece incongruente. El problema es el exceso de oferta, el desconocimiento y la ignorancia, la posibilidad de subir un manuscrito a golpe de clic sin un proceso de corrección: manuscritos inacabados, chapuzas. Al menos en el siglo XIX y principios del XX el coste de una edición en papel incluía la corrección por parte de un profesional con el que entonces contaban las imprentas y que ahora, lamentablemente, ha desaparecido. Eso por no hablar ya del mundo digital, en el que no hay ni una cata de comprobación.
12 ¿Consideras positivos los talleres de escritura creativa o piensas que no se puede enseñar a escribir?
Los talleres de escritura creativa no inoculan talento, pero son de gran ayuda en lo que respecta a afinar los criterios de autoevaluación, a poner en valor la dedicación, la disciplina, el trabajo. Son muy valiosos para eliminar muletillas, proporcionar recursos que minimizan el terror a la página en blanco, o atascos en la resolución de textos que se quedan varados. Y, sobre todo, proporcionan una cantidad mínima de lectores-oyentes que dan la medida del valor de un texto y abren nuevos caminos para explorar. Mejoran el nivel de autoexigencia y las herramientas de las que dispone el alumno.
13 Con el paso de los años algunos escritores acaban eliminando ciertos títulos de su semblanza. Aunque no precisamos conocer el nombre, ¿hay algún libro de los tuyos que te satisficiera en tus inicios, pero que ahora preferirías no haber escrito?
No me arrepiento de ningún libro que haya escrito, aunque tengo dos libros sin publicar. Uno de ellos decidí aparcarlo por “criterios éticos”, otro tengo que reescribirlo una vez más. A mí lo que me supone un verdadero calvario es el momento en que pienso si suscribo cada palabra de un texto, si me hago responsable de ella porque voy a convivir con el hecho de que esté disponible y abierta al público el resto de mi vida. Como no me autopublico nada, en el proceso de legitimación se queda lo que plantea dudas y de lo que directamente dudo, no lo presento. El hecho de haberlo escrito lo que supone es más “entrenamiento”, forma parte del proceso de aprendizaje, que es inacabable.
14 Para ese lector que aún no ha leído nada tuyo, por favor, recomiéndanos uno de tus libros. Cuéntanos brevemente cómo fue el proceso de creación y por qué has elegido ese título y no otro de cara a nuevos lectores de tu obra.
Aunque el libro por el que tengo debilidad es El delito de la lluvia, creo que este título es más arriesgado, más “filosófico”. A un lector que no me ha leído prefiero recomendarle Epitafio porque conecta con el “lado poco amable” que todos guardamos dentro, es más fácil sentirse identificado con algunas de las situaciones en las que se ve inmerso el personaje. Habla de la memoria, de cómo estamos sujetos a la percepción que los demás tienen de nosotros, las falsas interpretaciones de nuestros actos y nuestros pensamientos, las servidumbres que tenemos que asumir para tener un papel en las vidas de los que nos rodean. El proceso de creación fue febril. Casi no recuerdo nada que sucediese mientras lo escribía. Para mí solo existía el personaje y su proceso de alteración de la conciencia. Lo comencé una tarde de febrero, al hilo de un libro de Vila-Matas que leía entonces. Las tres primeras páginas las escribí de un tirón. Lo aparqué y elaboré un grueso cuerpo de notas. Me senté a escribirlo en junio y terminaba el primer borrador a mediados de julio. Los lectores con los que mantenido contacto afirman invariablemente haberlo leído “de un tirón”.
15 Recomiéndanos, por favor, dos libros cuya lectura te haya impactado. Uno de un autor clásico y otro de un autor contemporáneo. (Da igual el género).
Es difícil recomendar un libro de forma general, sin tener en cuenta los hábitos lectores de quien recibe la recomendación. Voy a alterar levemente la línea de la pregunta con mis recomendaciones. Para quien piensa que la lectura no es una actividad satisfactoria, para quien no le encuentra la “gracia”, suelo recomendar el libro El baile, de Irene Némirovski. Para lectores que buscan libros que los conmuevan, belleza en estado puro, recomendaría (¡es tan difícil!, se me ocurren no menos de veinte) La muñeca de Kokoschka, de Afonso Cruz.
Muchas gracias. Te deseamos mucha suerte en todos tus proyectos literarios.
Gracias por vuestros deseos y, sobre todo, por vuestro maravilloso blog. Estáis haciendo una labor más que meritoria por la valoración de la escritura y la lectura.
Más información sobre las encuestas literarias en Grandes Libros.
Paloma González Rubio (Madrid, 1962) estudió Filología Semítica y ha estado vinculada al mundo editorial desde su licenciatura como correctora, traductora y editora de textos. En 2007 obtiene el primer premio de relato José Saramago, concedido por un jurado compuesto por Luis Mateo Díez, Fernando Marías, José Ovejero y Emilio Gavilanes. En 2008 se publicaba en Ediciones de La Discreta el volumen que reunía los dos relatos premiados y los finalistas. En 2010, de nuevo Ediciones de La Discreta, publica su novela Epitafio, muy bien acogida por crítica y lectores. En 2014 ha publicado El delito de la lluvia. En la actualidad dirige su propio taller de narrativa en el Centro Cultural Pedro Lorenzo y colabora regularmente con diversos blogs y publicaciones periódicas. (Facebook)
Francisco Rodríguez Criado es escritor y corrector de estilo. Su blog Narrativa Breve es uno de los espacios literarios más leídos en lengua castellana. El Diario Down es su último libro. (Web) (Facebook).
