Me gustaría escribir para alguien. A veces pienso que mis hijos me leerán en algún momento, y muchas veces que quisiera que ellos leyeran otra cosa. Sin embargo, las historias no tienen contemplación alguna por nadie, ni públicos preferidos. Solo pretenden ser lo mejores posible, brillar con luz propia. Me tengo que acatar a ello.
1 ¿Cuándo comenzaste a escribir y con qué pretensiones?
Comencé a contar historias en forma de cómic cuando tenía unos trece años. La pretensión era divertir a mi grupo de amigos, ya que los dibujos eran sobre nosotros. Luego leía tantos libros por aquel entonces que la pasión se decantó por la literatura.
2 ¿Planificas los libros antes de sentarte a escribirlos o surgen sobre la marcha, al hilo de tus pensamientos, sin planificación?
Creo que las historias están allí, en el aire, y que solo debemos ser capaces de escucharlas. Siempre que he planificado un libro no lo he terminado. Con “La Duna”, por ejemplo, libro que este año editaron en francés, sentí todo el tiempo que era una especie de dictado.