Cuestionario literario: María J. Acosta

el extraño, novela

Pienso que si la vida te da limones hay que hacer limonada. A todos aquellos escritores noveles que han logrado ganar un premio literario, ¡felicitaciones! De alguna manera es una catapulta para que alguna de tus obras sea reconocida, incluso poemas, y definitivamente es una oportunidad para cualquier autor que esté empezando a ahondar en la magia de la edición.

Cuestionario literario: Matías Crowder

Matías Crowder, escritor

Me gustaría escribir para alguien. A veces pienso que mis hijos me leerán en algún momento, y muchas veces que quisiera que ellos leyeran otra cosa. Sin embargo, las historias no tienen contemplación alguna por nadie, ni públicos preferidos. Solo pretenden ser lo mejores posible, brillar con luz propia. Me tengo que acatar a ello.  

1 ¿Cuándo comenzaste a escribir y con qué pretensiones?

Comencé a contar historias en forma de cómic cuando tenía unos trece años. La pretensión era divertir a mi grupo de amigos, ya que los dibujos eran sobre nosotros. Luego leía tantos libros por aquel entonces que la pasión se decantó por la literatura.

2 ¿Planificas los libros antes de sentarte a escribirlos o surgen sobre la marcha, al hilo de tus pensamientos, sin planificación?

Creo que las historias están allí, en el aire, y que solo debemos ser capaces de escucharlas. Siempre que he planificado un libro no lo he terminado. Con “La Duna”, por ejemplo, libro que este año editaron en francés, sentí todo el tiempo que era una especie de dictado.

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Cuestionario literario: Cristina Brocos

Cristina García Brocos

«He escrito romance, pero me gustan mucho las novelas policiacas, los thrillers psicológicos, los misterios, así como las novelas costumbristas. Aunque sé que las clasificaciones son necesarias,  no me agradan demasiado, creo que una novela tiene que tener de todo, como la vida misma». 

1 ¿Cuándo comenzaste a escribir y con qué pretensiones?

Comencé a escribir hace cuatro años, tras leer “Cincuenta sombras de Grey”. Fue un simple reto personal, me pregunté: ¿Sería yo capaz de…? 

2 ¿Planificas los libros antes de sentarte a escribirlos o surgen sobre la marcha, al hilo de tus pensamientos, sin planificación?

No me considero escritora, sino una simple contadora de historias; la historia es lo que me motiva a escribir. En el primer borrador no planifico nada, dejo que la idea que hay en mi cabeza fluya con libertad, no me pongo límites. Una vez escrito lo que quiero contar, llega el momento de corregir, suprimir, añadir, mejorar.

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Cuestionario literario: Susana Martín Gijón

Susana Martín Gijón

Tengo experiencias buenas y malas al respecto. Hay premios de mucho prestigio en que la transparencia brilla por su ausencia, por decirlo suavemente, y otros muy modestos que respetan escrupulosamente las bases y el anonimato. Me he llevado decepciones, pero también alegrías. Este año, sin ir más lejos, he tenido la grata sorpresa de ganar un par de premios de relato.

1 ¿Cuándo comenzaste a escribir y con qué pretensiones?

Mi primera novela la comencé hace unos cinco años, aunque siempre me ha gustado escribir. Pero fue entonces cuando tuve la oportunidad, un parón en la vida laboral que me permitió lanzarme. La pretensión no era otra que cumplir el sueño de escribirla, pero después me picó el gusanillo y ya no pude dejarlo.

2 ¿Planificas los libros antes de sentarte a escribirlos o surgen sobre la marcha, al hilo de tus pensamientos, sin planificación?

Soy lo que se dice una escritora de brújula. No tengo un mapa preconcebido sino que me dejo llevar. Pero claro, al menos un guión, una estructura mínima de lo que quiero contar, sí que la tengo.

3 ¿Cuál es tu género preferido como escritor y cuál como lector?

Como escritora, el noir. Como lectora reconozco que también es lo que más leo, pero lo compagino con el resto de géneros.  

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Cuestionario literario: Andrés Ortiz Tafur

Andrés Ortiz Tafur
Escritor Andrés Ortiz Tafur

«Yo no tenía ni idea de que era tan difícil publicar. Tampoco pensaba que fuera sencillo; pero me sorprendieron mucho las puertas cerradas, esos mensajitos castrantes de “hasta nuevo aviso queda cerrada la recepción de manuscritos”. Y con ello no me refiero a las grandes (enormes) editoriales; las puertas cerradas las encuentras en casi todos los escalones de este mundillo».

1 ¿Cuándo comenzaste a escribir y con qué pretensiones?

Joven, con 14 ó 15 años. Pero al principio eran letras para canciones; lo demás, los cuentos, llegaron un poco más tarde, como un juego o una forma de diario, sin pretensión alguna. En serio, hace bien poco, hacia el 2010.

2 ¿Planificas los libros antes de sentarte a escribirlos o surgen sobre la marcha, al hilo de tus pensamientos, sin planificación?

Caminos que conducen a esto, el primero, nació de la nada: cuando me quise dar cuenta, el libro estaba escrito. Y eso se nota para mal, porque carece de unidad; aunque también creo que le aporta una dosis de naturalidad que no sé si volveré a conseguir en otro. Yo soy la locura sí partió de una idea; en concreto, de la imagen que aparece en la portada, obra de Emilio Maldomado. Me empeciné en encontrar un motivo para el gesto de la mujer que protagoniza la pintura y creo que todavía ando inmerso en esa búsqueda. Tipos duros, el último, que publicaré con La Isla de Siltolá en unos meses, me lo ha dictado el tono de los primeros cuentos que escribí tras La locura.

3 ¿Cuál es tu género preferido como escritor y cuál como lector?

El cuento, en ambos casos. De hecho, soy fruto de la inercia: leo cuentos, muchos cuentos, y cuando me siento a escribir “se me aparecen” cuentos.

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El año sin verano, de Carlos del Amor

Discernir realidad de ficción no es fácil incluso cuando uno tiene los pies en la tierra. Cuántas ficciones han acabado por superar la realidad y cuántas realidades nos parecen ficción. El año sin verano, la última novela del periodista y escritor Carlos del Amor, se desarrolla en ese difícil terreno: un terreno lleno de caminos y atajos, de escaleras que suben y bajan, de recuerdos  y presentes, de finales tan ficticios como reales.

Carlos del Amor (Murcia, 1974), confirma con esta novela que ya no es solo ese periodista al que todos conocemos, es también un escritor, uno de esos que podría considerarse escritor a secas, de esos que, desafortunadamente, quedan pocos.

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David Leavitt y el envenenado éxito literario

“Todo eso y mucho más (la “verdadera” historia que se escondía detrás de la huida de Mark –por contraposición al relato novelesco de Ben–, y la lucha por conservar la casa, y el divorcio de Daphne, y la muerte de Nancy) está en las memorias de Ben; y sin embargo, curiosamente, no se menciona en ningún momento a Jonah o Anne Boyd; ni tampoco a mí, aunque ya no resulte tan curioso. No salgo ni una sola vez. Se me excluye totalmente. Al cabo del tiempo, pregunté cuál era la razón.

–Bueno, Denny –me respondió–, los escritores siempre tienen que elegir. No se puede meter todo en un libro. Además, tú nunca estuviste metida en el ajo del todo, ¿a que no? Te limitabas a estar…, no sé…, allí. Al margen”.

Este fragmento de una conversación entre dos personajes de la novela El cuerpo de Jonah Boyd, de David Leavitt (Anagrama, 2006), podría ser un buen ejemplo del uso del narrador-testigo, de obligado estudio en los talleres de escritura creativa. Efectivamente, Denny Denham, la secretaria del conocido psicoanalista Ernest Wright, no está a priori “metida en el ajo” de esta historia. Solo a priori. Conforme avanzan las páginas, el lector descubre que Denny está narrando no solo la vida de la familia Wright, a la que está fuertemente vinculada (como secretaria y amante del cabeza de familia; como compañera musical de Nancy, la esposa, con quien toca el piano a cuatro manos…), sino que está narrando también su propia vida, con lo cual al final deja de ser una simple espectadora.

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