1 ¿Cuándo comenzaste a escribir y con qué pretensiones?
Mis primeros escritos fueron notas que iba dejando en la mesita de noche de mi madre para que no se olvidase de cerrar la puerta con llave antes de irse a la cama, de apagar el gas, de dejar un poco de luz en el pasillo y, sobre todo, para recordarle que la quería mucho. Sigo escribiendo por las mismas razones que cuando tenía siete años. Escribo para sobrellevar lo mejor posible mis miedos.
2 ¿Planificas los libros antes de sentarte a escribirlos o surgen sobre la marcha, al hilo de tus pensamientos, sin planificación?
Los relatos más o menos cortos surgen sobre la marcha, sin avisar y, como si la vida me fuera en ello, tengo que compartir lo antes posible lo que sea que, de repente, haya hecho que me sintiera más viva.
Para la novela está también esa idea inicial que necesito compartir, pero en vez de ser una «idea-chispa» es una «idea-fuego», de esos fuegos que tardan en prender, pero que una vez bien alimentados no quieren apagarse.