Cuento corto de Laura Massolo: Basta de soledades

 Laura Massolo, cuento

Cuando llego de la facultad, muy tarde, la botella mutilada desborda, y hay yerba y cenizas alrededor. Lucio duerme y mamá está en la computadora, como de costumbre, jugando al solitario. No me gusta comer así: me deshago de toda esa mugre y paso un trapo por la mesa. Después lavo mi plato y los de ellos, para que mamá, cuando se levante, encuentre todo limpio. Se me ocurre que, a la mañana, esos contenidos ya secos deben parecerse mucho a un recipiente del desierto.

Cuento, Laura Massolo

Cuento corto de Laura Massolo: Basta de soledades

Yo lo quiero a Lucio. Es tan difícil demostrarle mi cariño como soportarlo. Pero lo quiero de veras. Mamá dice que le debemos lo poco que tenemos, que si pude terminar la escuela fue gracias a él, que nos ha cuidado siempre a las dos.

Lo quiero por todo eso y porque le imagino cierto desamparo más allá del gesto hosco, del desdén, de las burlas. Y porque a veces me gustaría poder abrazarlo, como supongo que se abraza a un padre, aunque él no me lo permita, aunque diga tantas malas palabras, aunque haya que verlo, todo el día y todos los días, llenando de basura esas botellas plásticas.

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Cuento escondido de Ian McEwan: Geometría de sólidos

Escritor Ian McEwan

El prestigioso escritor escocés Ian McEwan nació en 1948. Empezó a conocer la admiración a temprana edad, algo así como a los 26 o 27 años. De esos años es el libro que hoy nos preocupa: Primer amor, últimos ritos (1975). Son ocho relatos estremecedores, por la temática y por el tratamiento. Son historias de toda edad y de infancia, de una infancia desgarrada por la vileza del ser humano. Muchos de los personajes son adultos devastados por el medio y el consumismo, o son niños a punto de perder la inocencia. El lenguaje de McEwan es crudo y directo. Por eso algunos de sus trabajos posteriores fueron censurados por la BBC. En este conjunto de historias hay violación, incesto, traición. La escritura de todos ellos es como el agua turbia de un río de montaña que fluye hacia abajo a saltos, entre las piedras y rocas, y emitiendo sonidos de dolor entre desniveles y muchos obstáculos.

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Cuento de Raymond Carver: No son tu marido

cuento, Raymond Carver

Earl Ober era vendedor y estaba buscando empleo. Pero Doreen, su mujer, se había puesto a trabajar como camarera de turno de noche en un pequeño restaurante que abría las veinticuatro horas, situado en un extremo de la ciudad. Una noche, mientras tomaba unas copas, Earl decidió pasar por el restaurante a comer algo. Quería ver dónde trabajaba Doreen, y de paso ver si podía tomar algo a cuenta de la casa.

Se sentó en la barra y estudió la carta.

—¿Qué haces aquí? —dijo Doreen cuando lo vio allí sentado.

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