Cuando llego de la facultad, muy tarde, la botella mutilada desborda, y hay yerba y cenizas alrededor. Lucio duerme y mamá está en la computadora, como de costumbre, jugando al solitario. No me gusta comer así: me deshago de toda esa mugre y paso un trapo por la mesa. Después lavo mi plato y los de ellos, para que mamá, cuando se levante, encuentre todo limpio. Se me ocurre que, a la mañana, esos contenidos ya secos deben parecerse mucho a un recipiente del desierto.
Cuento corto de Laura Massolo: Basta de soledades
Yo lo quiero a Lucio. Es tan difícil demostrarle mi cariño como soportarlo. Pero lo quiero de veras. Mamá dice que le debemos lo poco que tenemos, que si pude terminar la escuela fue gracias a él, que nos ha cuidado siempre a las dos.
Lo quiero por todo eso y porque le imagino cierto desamparo más allá del gesto hosco, del desdén, de las burlas. Y porque a veces me gustaría poder abrazarlo, como supongo que se abraza a un padre, aunque él no me lo permita, aunque diga tantas malas palabras, aunque haya que verlo, todo el día y todos los días, llenando de basura esas botellas plásticas.
Sigue leyendo…Cuento corto de Laura Massolo: Basta de soledades