
Breve enciclopedia de la infancia, de Emilio Gavilanes
Victoria Mera
Volver a la infancia a modo de consulta, poner el dedo sobre el índice de esta breve enciclopedia y elegir al azar un recuerdo, un olor, una nostalgia, un sentimiento, un ayer.
Esto es lo que nos propone Emilio Gavilanes en esta novela que no podría tener mejor título. Se trata, efectivamente, de una enciclopedia y, como tal, su función es arrojar luz y descubrirnos ese momento dulce y cruel que es a veces la infancia.
Breve enciclopedia de la infancia resultó ganadora del premio de novela Tiflos en su decimosexta edición. La editorial Edhasa ha sido la encargada de su publicación. Una publicación cuidada que hace más fácil, si cabe, su lectura a modo de obra de consulta.
El autor madrileño Emilio Gavilanes tiene ya una trayectoria literaria consolidada. Ha publicado varias novelas (La primera aventura, El bosque perdido y Una gota de ámbar), además de libros de relatos (La tabla del dos, El río y El reino de la nada) y varias colecciones de haikus (Salta del agua un pez, 101 haikus y El gran silencio).
La novela que nos ocupa está escrita con mucha astucia, no sólo por su originalidad en la forma sino también por su contenido. Emilio se mueve magníficamente en el terreno de la prosa, una prosa en la que en ocasiones surgen rasgos poéticos que dotan de gran belleza al texto.
La infancia es un tema recurrente entre los escritores, quizá porque es el lugar a donde todos desearíamos volver a veces. Recuerda en ocasiones esta enciclopedia a la novela El mundo, de Juan José Millás.
En este libro la infancia se nos presenta cruda, es decir, exactamente tal y como es. Con sus alegrías y pequeñas maldades, con sus descubrimientos, sus miedos, sus primeras veces, sus ensoñaciones y su más que inevitable realidad.
Para los que nos hemos criado en una ciudad llena de asfalto, semáforos y edificios altos, la infancia cerca de un campo, aunque sea un pequeño solar, casi siempre nos produce cierta envidia. Más allá de la ciudad y el bullicio, el campo, ante los ojos de un niño, es una tierra nueva por explorar y conquistar. Así lo evoca el escritor, llevándonos mediante una narración en primera persona a todas las travesuras y vivencias de una pandilla de amigos que tienen todo por descubrir. Una pandilla en la que no podían faltar los personajes más variopintos que podamos imaginar y en la que podríamos reconocer, si cerrásemos los ojos y volviésemos a nuestra propia infancia, a muchos de nuestros amigos de entonces.
Sin duda, la magia de esta novela es la nostalgia que induce en el lector. Ya se sabe que este sentimiento no siempre implica tristeza. A veces la nostalgia es simplemente la necesidad de observar a través de una mirilla, como si fuésemos un mero espectador, y reconocer al otro lado nuestros propios recuerdos, nuestra infancia, lo que alguna vez fuimos. Es esto lo que Emilio Gavilanes provoca: un maravilloso paseo por esa época que todos alguna vez recordamos y añoramos.
